sábado, febrero 03, 2007

Terror en altamar

Mártires de algodón llenos de amor planearon en una terraza construir una balsa de palitos de helado y marcharse al mas allá. Viento mar y deseos en tal barcaza confirmaban su espíritu aventurero. La osadía de llevar a cabo una proeza sin semejantes en la historia de Rovirolta los rebozaba de orgullo como empanadas salteadas en cebollas anís y anchoas. Sin mas que lo puesto, emprendieron la construcción que constaba de 3 (tres) palitos de Patalin, 4 (cuatro)de Torpedo de frutilla y 1 (dos) de torpedo de limón. Ninguno de los palitos mencionado tenia premio, a pesar de esto no se desalentaron y con un ramillete de pajitas ataron tales vigas de madera dándole forma así a la embarcación.
Beto el mas pequeño de los tres llevaba consigo un fusil y una cantimplora camuflada llena de jugo de naranja caliente y con gusto a plástico. Beto II, el del medio llevaba los sanguches de salame y queso, en cambio Alberto llevaba su cortaplumas, como tambien una gallina y una paloma (no tendria sentido tener un cortaplumas sin plumas que cortar) ah, también llevo un almohadón de plumas, pero sin bicho adentro.
Entre los periplos que se destacan en este trío de pelotudos se observa el siguiente:
cierto día de aquellos donde no soplaba el viento, los tres salamines se encontraban en medio de una tormenta de nieve (eres tu, eres tu) y decidieron comer un asado, pero no un asado convencional, sino un asado paraguayo, lo que les significaba un gran problema, porque como todos sabemos, el asado paraguayo se asa, justamente, en un neumático de tractor sin huella, así fue como estos tres purretes se dedicaron a pescar, con el afán de encontrar tan preciado objeto.
Por suerte los restos de la tripulación fueron encontrados por el Capitán Puñete en cercanías a un vasito de vino. Lo que supone la muerte de los tres.